ÁFRICA VOODOO

Compleja como la vida misma. Misteriosa como lo oscuro. Es tentadora como un pecado. Te seduce como la serpiente a Eva. Quién es ella? Ella es Todo. Ella es Nada. La más RICA. La más POBRE. Ella es aquello que da vida y origen a todo. La que debería de ser la dueña y señora. Pero es la criada humillada y vejada. La esclava usada y abusada. Utilizada,comprada, vendida. Explotada, saqueada, devastada, ultrajada… y después desechada, olvidada y derrotada. Vencida. Ella es la MUJER. Ella es ÁFRICA.

Siempre he tenido que salir de mi tierra. Por el motivo que sea, y que no importa mucho, siempre me he visto en la obligación de irme de casa para sobrevivir. De la noche a la mañana, me encontré sin mis paisajes verdes queridos, esos arboles altos y frondosos que crecían en cualquier parte, a pesar del avance de la ciudad y la civilización. Esas rutas, carreteras y caminos mal hechos que traían más problemas que soluciones. Cada vez que llovía, el aire se llenaba del perfume de arcilla blanca pura, de fragancia de tierra mojada. De un día para otro, pasé de tener mi adorada tierra roja, que me ponía de los nervios, porque consideraba que me pringaban los zapatos, y así no había quién fuera guapa… Cada vez que caían cuatro gotas, los muchos socavones y agujeros de nuestras carreteras de llenaban de barro rojo. Por todas partes,  siempre. Ahora todo era gris. El polvo aquí es gris, y no se sabe de dónde ni cómo viene. Incluso en el campo, aqui, siempre hay como un halo grisáceo que flotara en el aire…

Por una razón u otra, me he encontrado de repente en un entorno hóstil. Un clima agresivo al que no estoy acostumbrada. Un loco cambio de estación. Temperaturas que a lo largo del año, varían de manera perversa, te ponen a prueba tanto física, como mentalmente. Me eran queridos mis ruidos cotidianos. Es normal despertarse en mi tierra con gritos de pájaros y animales varios; junto con ruidos de motores de coches, autobuses, camiones… El olor a gasolina se mezclaba con el de los numerosos puestos callejeros de frutas, buñuelos, pescados a la brasa, carne a la brasa, maís y verduras distintas.

He dejada atrás a mi gente, mi familia, mis amigos, mis anhelos, mis esperanzas… mis amores. Con el corazón partido, me he liado la manta a la cabeza y he partido. Todo aquello que amo de mi queria tierra, gente, lugares, comidas, olores y costumbres, lo he tenido que dejar. Cuando me preguntan a mi o a muchos como yo cómo podemos hacerlo: Renunciar a lo que conocemos, lo que amamos; y vivir lejos de todo, la mayoría de nosotros sonreíra. Y esa sonrisa muchas veces es comprensible. Pues por dónde empezar para contarte el proceso de cambio y madurez vital que eso supone. No sé los demás, pero hablaré de mi experiencia.

Attericé en Madrid y horas más tarde, estaba en Valencia. Unos días más tarde, empezaba 4º de la E.S.O. No estaba sola. Mi hermana era mi compañera de fatigas. Semanas después, nuestro infierno no hacía más que comenzar. A nuestro nuevo entorno le encantaba hacernos notar lo distintas que eramos. Ni siquiera teníamos la excusa de la barrera del idioma para no enterarnos de los miles de «piropos» que nos lanzaban cada día… maldición!!!! Finalmente, nos hicimos al medio y a las circunstancias, cada una a su manera. Cuando pasó la fase de superar el idioma y el dulce descanso que son los estudios, nos tocó descubrir lo que nos esperaba para poder trabajar como todo ciudadano de a pie. Es cuando la gymcana se pone interesante.

O como yo digo, es cuando maduras a la fuerza, no importa la edad que tengas. Aprendes a saber la diferencia entre un visado, un permiso de residencia y otro de trabajo. Aprendes a no juzgar a la ligera. Aprendes a pelear con la realidad. Muchos, casi todos, te utilizarán si pueden. Nadie nunca dio más por menos. Y ellos en posición de poder; sólo te queda rezar porque aquellos que se cruzen en tu camino no sean tan… perversos, abusones o resentidos. Te lo harán pagar. Y a veces, el precio es tan alto que muchos desisten y prefieren unirse a las filas de la clandestinidad. Suele pasar.

Cuando estás inmerso en esta fase, que dura dependiendo de lo espabilado que seas, no tienes otro tema de conversación. Y es gracioso encontrarte con inmigrantes como tú en esa misma fase. Un café se convierte en un gabinete legal mal asesorado. Cada uno habla de su historia, de las mentiras de tal abogado para sacar más pasta; de las manipulaciones de tal otro porque le gustas y quiere satisfacer su libidinoso picor. Picor que te acusará de provocarle. También se convierte en una especie de tribunal de la ONU. Te enteras de todas las mierdas de cada uno. Y en todos los idiomas. Que porqué x y yo tenemos la misma situación, y sin embargo le han concedido los papeles y a mí no. Pues porque x por ejemplo no tiene antecedentes. El  país del otro goza de un convenio con España y el mío no. Que en mi juventud hice algunas tonterías y me pillaron, por eso no los tengo aún. Pero otras veces, muchas de ellas, sólo era: nadie me hace un contrato de trabajo. 

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