ADONIS VIKINGO

Últimamente están ocurriendo cosas en mi vida que me tienen bastante… intrigada. No sabría explicarlo… y cuánto más lo pienso, más me intrigan. Estoy pasando por una época de mi vida muy negra realmente. Pero al mismo tiempo, es una época de transición fructífera y muy positiva para mí como ser humano y… como mujer. Estuvé ingresada por razones que ahora no vienen a cuento… y hace poco que me dieron de alta… Tuve dos compañeras de habitación de hospital. Y la segunda me marcó. La admiro muchísimo como mujer, porque se ha hecho a sí misma. y lleva tanto; pero tanto tiempo viviendo a solas consigo misma que… para ella, tras la experiencia vital y el bagaje intelectual que lleva a cuestas, todo es irrelevante. Salvo sus hijos, familia y amigos. Profesional como la copa de un pino, ha tenido una vida y un trabajo tan interesante como estimulante. Crió ella solita a sus hijos. Y puede sentirse orgullosa porque… como dicen los franceses: «Chapeau»!!!!!

A través de ella conocí a un adonis vikingo que… casi me caigo de espaldas al verlo por vez primera. Tiene mejor cuerpo… pero muchisísimo mejor… que el David de MiguelAngelo. Ese montón de pierdas se pondría verde de envidia cochina si viera al vikingo ibérico…

Desde que cruzara ése humbral, perdí el sentido, los papeles, las tuercas… lectores, llámenlo como quieran. Vamos, I had a crush!!! A hard and craziest crush!!! I just don’t know how to explain it… Pero desde entonces tengo un batiburillo de sensaciones, emociones y sentimientos encontrados que… siendo una cobarde… me escapé. Como una niña pequeña, me escapé y me perdí. Opté por empezar a evitarlo en cuanto me enteraba de que vendría. Por lo que no lo vi desde lo de «Bruce Lee».

Pero he aprendido a reconocer esas señales, esos trucos de sútil seducción, el hecho de que te impacte alguien… No físicamente, que no tiene absolutamente nada que ver… sino no solo mentalmente; también intelectualmente. Esta poderosa conexión, más allá, mucho más allá de lo físico, las miradas, las sonrisas, los tonteos velados, las verdades como puños soltadas a cuentagota… el competir mentalmente para ver quién tiene más ingenio y vocabulario… las risas y espontáneas bromas, los piques… Y lo que es una verdad como un templo: Me derrito cuando le veo cuidar a su mamá. Me derrito como chocolate al sol… Buenazo, buenorro, buen chico, gran corazón, trabajador… vamos, que de momento, de momento… Promete mucho. Es un trozo de pan… duro y crujiente por fuera. Tierno, caliente y sabroso por dentro. Es mi bombón particular: Un «Ferrero Rocher» con sorpresas encantadoras.

Pues lo dicho, que al darme cuenta del efecto tan devastador que producía sobre mí, opté por evitarlo. Me iba de la habitación cuando sabía que llegaba él. Y conseguí dejar el hospital sin verlo. ¿Hice bien, mal??? No tengo ni idea. Lo único que sé… es que se me ha metido bajo la piel y se está convirtiendo en un fantasma muy molesto. ¿Que por qué?… Pues porque yo sé mi cuento. Y si vosotros, lectores, queréis saber más; pues atentos a la continuación de la anécdota.

Perdonad mi silencio, pero ya he vuelto. Cuidaros mis amores y hasta mañana.

Marlo.

Scroll al inicio