ADONIS VIKINGO 3

Ya no sé qué hacer…

Queridos saldonautas,

Ésta, vuestra amiga, está hecha polvo. Muy hecha polvo. Cuanto más pienso, más loca me vuelvo. y el hecho de estar lejos… Muy lejos del pelirrojo vikingo, no ayuda. Y sabéis por qué??? Por cobardica. Porque huí en vez de enfrentarle y decirle lo demasiado que me gusta. Cada día más. Pensé que el hecho de dejar el hospital sin verle me ayudaría a mitigar y ahogar las cosas… de alguna manera… Pero parece que fue lo peor que pude hacer jamás. Antes siquiera de darme cuenta, ya formaba parte de mi adn. Y al huir, me lo llevé conmigo. Y ahora: Estoy volviéndome loca. Mi adonis pelirrojo no me abandona, ni a sol ni a sombra. Y ese hecho me cabrea. ¿Qué sabía yo, cómo iba a imaginarme que eso era mucho, mucho más que un flechazo??? 

Desde que entrara en esa dichosa habitación y me impactara tanto… Perdí los papeles, el raciocinio, el sentido común, las formas y… hasta mi valentía. No me considero una persona miedica. Pero no sé qué pasó con el pelirrojo que… conscientemente, decidí alejarme de la tentación. Me di cuenta de que si me quedaba cerca de él, cometería una tontería. Y si algo tengo… Si algo tiene ésta saldonauta, es que no le amedrenta nada ni nadie… Más que por miedo o por cobardica, me alejé porque es mi modus operandi cuando algo me descoloca. Prefiero una retirada a tiempo, que una batalla perdida. O una mala victoria. No me gusta perder. Y menos cuando se trata de asuntos de corazón.

Y mi adonis hizo muchísimo más que impactarme, descolocarme, trastornarme. No sé dónde encontré la fuerza para irme de la habitación, cada vez que me enteraba de que vendría. No sé cómo me mantuve firme y no me tiré en plancha sobre él. No entiendo cómo es que me controlé tanto, pero tantísimo. Y lo que pensaba que había sido lo mejor que me podía pasar: Me fui de alta sin verle.

Ahora estoy sufriendo lo indecible. Y no pego ojo pensando que si le hubiese dicho algo. O por lo menos, si le hubiese insinuado que no me es indiferente… vamos, indiferente… por decirlo de alguna manera y guardar las formas. No creo que me sentiría tan mal conmigo misma… Una vez más compruebo que huir de los problemas y lo desconocido y los sentimientos de uno, no sirve de nada; al contrario, empeora todo. Prefiero enfrentarme al ogro y quitarme de encima los «y si…». No me gustan. Como tampoco me gusta quedarme con las ganas o preguntarme qué hubiera pasado si hubiese abierto mi boca de piñón para expresarme, decir lo que escondo dentro de mi, dejar salir mis sentimientos a la luz en vez de enterrarlos a tres metros bajo tierra.

Por lo menos ahora, no estaría así de jodida… Así de fatal, trastornada y no sabiendo dónde meter la cabeza. Es culpa mía y solo mía que eso esté pasando… Es culpa mía todo lo que me está pasando. Yo solita me lo busqué. A quién se le ocurre ponerse a soñar con el Everest siendo un simple sherpa???? Pues toma tres tazas.

Y mientras tanto mis queridos saldonautas… A seguir. No cometáis mis errores. Feliz domingo.

Marlo.

Scroll al inicio